| Halcones en Corpus: la construcción de un imaginario

A 50 años del Halconazo

El 10 de junio de 1971 representa el sello del régimen autoritario que gobernó México durante décadas.

Se trata de una fecha densa que permite recorrer las huellas del relato oficial de ese México violento que no termina de irse, a pesar de los vientos democráticos, siempre insuficientes.

Aquella tarde los Halcones —un grupo paramilitar, organizado y financiado por el Estado, bajo la dirección del Coronel Manuel Díaz Escobar, con la asesoría de algunos oficiales del ejército y la colaboración de la policía y los granaderos— agredió y asesinó a decenas de estudiantes que participaban en una marcha de protesta realizada contra la imposición de una nueva Ley Orgánica en la Universidad Autónoma de Nuevo León y que exigía también otras demandas democráticas. A cincuenta años de distancia, sabemos que la investigación ordenada por el presidente Luis Echeverría fue sólo un simulacro para ganar tiempo, propiciando que con el tiempo terminara perdida en su propio laberinto.

A diferencia de la masacre de Tlatelolco, en la que varios diarios recibieron la visita de agentes de Gobernación que confiscaron o destruyeron una parte importante de los materiales de las coberturas fotográficas, la tarde del 10 de junio la destrucción de este tipo de documentación trató de hacerse en las propias calles, a través de la agresión contra los periodistas por parte de los Halcones, mientras que en las oficinas de redacción de los diarios prevaleció un sentimiento gremial de indignación y frustración frente a la violencia.

La visualidad y, en particular, el uso de las imágenes fotográficas, su circulación y recepción en aquella coyuntura, así como la resignificación que adquirieron en las siguientes décadas, es fundamental para comprender el Jueves de Corpus y los procesos de memoria colectiva que permean la realidad política y cultural del México actual.

El primer núcleo de esta exposición está representado por la revisión de las fotografías de los diarios y revistas de la época,

que reforzaron el relato oficial de un enfrentamiento entre dos grupos estudiantiles, pero que muestran al mismo tiempo la presencia de un violento grupo paramilitar armado con rifles y palos de kendo que agrede a los jóvenes. El episodio está narrado a través de dos capítulos: la represión llevada a cabo por los Halcones el propio 10 de junio y el mitin multitudinario organizado por el PRI en el zócalo cinco días después para exonerar y enaltecer la figura del presidente.

Un segundo grupo significativo de imágenes está conformado por la mirada de los fotógrafos independientes.

Entre ellos Armando Lenin Salgado y Enrique Bordes Mangel, que cubrieron los hechos desde diversos ángulos. Salgado colaboraba para la revista Por qué? y publicó en ésta y otros espacios internacionales algunas de sus imágenes, que luego se convirtieron en íconos del episodio; Bordes Mangel, por su parte, representa un referente sobre los movimientos sociales de finales de los cincuenta y el 68 mexicano. También se presenta un acervo independiente, conjuntado por brigadistas y participantes del movimiento, que muestra acercamientos frescos a la marcha hasta escenas muy concretas de la represión.

Una tercera sección está compuesta por las imágenes de expedientes de los servicios de seguridad e inteligencia del Estado

lo que confirma la participación del gobierno en los hechos y su labor de monitoreo, minuto a minuto, de la represión llevada a cabo por los Halcones, con la complicidad y el apoyo policíaco.

| 04 RITUALES DE LA MEMORIA

El cuarto núcleo que cierra este rompecabezas está representado por imágenes que han contribuido a generar una memoria colectiva en torno al 10 de junio a lo largo de medio siglo.

Estas imágenes permiten una mejor comprensión de la historia reciente de México, pues el agravio del Jueves de Corpus comenzó a ser leído e interpretado desde la óptica de una nueva cultura en torno a los derechos humanos, y el desgaste del aparato oficial que permitió el surgimiento de coordenadas y parámetros distintos para la revisión y un ajuste de cuentas con el pasado. En este sentido, revisar este medio siglo de imágenes es asistir al proceso de la transición política que ha vivido el país en estas décadas, pues el profundo agravio del 10 de junio ha incorporado nuevos actores políticos y sociales que van desde las nuevas protestas estudiantiles del CEU, el CGH y el #YoSoy132 hasta la rebelión zapatista, pasando por la protesta feminista, las caravanas por la paz y la resistencia frente a la violencia del narcotráfico.

La larga vida del expresidente Luis Echeverría le ha permitido asistir, como fantasma de sí mismo, al juicio condenatorio de la historia que ha documentado su responsabilidad en la ejecución y matanza de ciudadanos la tarde del 10 de junio de 1971 en el barrio de San Cosme de la Ciudad de México. 

A falta de justicia, la sociedad mexicana se lo reclama públicamente cada 10 de junio, una fecha que gracias a las acciones de varias generaciones y distintos actores sociales forma parte de la memoria colectiva. Una marca que se renueva constantemente a través de viejas y nuevas imágenes. Esta exposición representa un pequeño fragmento de este complejo proceso.

1971 Entre el ayer y el mañana
1971 Entre el ayer y el mañana