Mucho de lo que antes urgía o importaba ha cambiado.
Nos vemos en la necesidad de revisar y reacomodar la manera de pensar nuestro futuro. Por lo tanto, te proponemos los siguientes puntos de partida:
¿Dónde empiezas tú y dónde acabo yo?
Así, lejos un@s de otr@s, ¿qué significa “estar en contacto”? ¿Quién tiene derecho a la distancia, al cuidado y a la atención? ¿A quién, realmente, se les reconocen esos derechos? ¿Por qué es así? ¿Tendría que seguir siendo así?
Somos materia como cualquier otra forma de vida sobre la Tierra. Solemos olvidarlo, pero la enfermedad nos refresca la memoria. Echemos mano del conocimiento científico para entender dónde y cómo estamos, desde una perspectiva más humilde, en armonía con este mundo que existe mucho antes que nosotr@s.
“El conocimiento es poder”, reza el dicho. ¿qué tipo de conocimiento y sobre qué tema?, ¿impartido por quién, a quiénes y por qué medios?, ¿con qué objetivo?
Habiendo tanta información por todos lados, ¿a quién le hacemos caso? Tenemos derecho a expresar algo distinto.
La distancia nos ha hecho mirar con más detenimiento los ecosistemas digitales y las distintas formas de habitar los mundos virtuales, para bien y para mal.
¿Cómo es que nuestros cerebros, cuerpos y corazones se adaptan a estos espacios? ¿Cómo nos transforman al volver al mundo material? ¿Qué nos hacen querer cambiar de nosotr@s o de los mundos en sí?
Estar en crisis presupone cambios, nuevas decisiones y acciones. ¿En qué seremos distintos? ¿Qué conservaremos? ¿Cómo nos vamos a reinventar? ¿Dejaremos atrás los prejuicios y odios o serán la moneda de cambio en la construcción de nuestro presente? Muchas preguntas, busquemos las respuestas.
La alternativa es aprender sobre la marcha mientras creamos —y somos cread@s— en esta nueva revolución cultural. El arte y la cultura vuelven a ser llamados para protagonizar el puente entre las épocas.